Desde el Hospital de la UC y la Clínica Alemana
Cuando oficialmente fueron dados a luz, recibieron dos nombres extraños – como es moda – : CATÉTER y STENT.
La enfermeras me señalaron que yo debería llevarlos conmigo de por vida, uno a nivel de piel y el otro más reservadamente en mi seno.
¿Sería que no tenían mamá que los acogiera? o que en verdad ¿no estaban naciendo; sino sólo recibiendo un bautismo y una forma de presencia visible, después de muchos años viviendo conmigo, desde mi propia gestación?
Poco a poco he ido tomando conciencia de su carácter y de su misión en mi propia vida. Y la verdad es que parecieran no ser tan novedosos. Ya eran desde antes de mi despertar consciente a la vida.
CATÉTER, prácticamente visible a todos, apenas bajo la superficie de mi piel, ha mostrado tener una misión muy precisa: ser la fuente de alimentación de defensas imprescindibles para mi supervivencia en medio de un mundo que con su maldad se nos mete muy dentro intentando destruir todo lo maravilloso en nuestra vida.
STENT, mientras tanto casi invisible, incluso para máquinas sofisticadas, está llamado a cumplir otra misión hermosa: abrir paso para que pueda fluir lo que está obstruido por el mal; lo que el alimento diario precisa para ser digerido, para fortalecer la vida, y permitirnos ser un cuerpo de servicio.
Si el paso está obstruido para ese espíritu de vida, el cuerpo se debilita, no puede cumplir su misión y termina muriendo envenenado en su propia fuente.
CATÉTER, sin embargo, a pesar de lo que aparece a primera vista, no sólo cumple una misión ad intra, sólo recibiendo defensas. También de vez en cuando sirve para DAR paso a la sangre saliendo. ¿Generoso me dirán ustedes? Cuidemos no dejarnos fácilmente impresionar: sólo es para proporcionar la que necesita ser analizada en provecho del mismo cuerpo que la proporciona.
Y STENT, ¿será siempre tan generoso? Pienso que Dios lo coloca en nuestra vida para re-construir lo que la maldad había dañado.
Es mi experiencia personal: aprisionado ese espíritu de vida, retenido, sin su presencia imprescindible en donde debía estar, NO era posible al cuerpo digerir la vida regalada en el pan de cada día. Y STENT vino a ABRIR las compuertas bloqueadas.
Sin embargo, la fuerza del mal, enraizada en las mismas entrañas, logró transformarlo de puente abierto en una retención impenetrable, infectando mortalmente en persona al mismo ‘espíritu de vida’. Fueron necesarias profundas intervenciones y apoyo fraterno enorme para recuperarse en su vital misión de abrir paso hacia el ‘servicio de la vida’.
Y queda la pregunta : ¿nacieron recién ahora? O ¿eran parte de mi vida desde su gestación misma?
Y una pregunta inquisidora para ustedes : ¿será verdad que todos llevamos irremediablemente desde nuestra gestación a Catéter y a Stent dentro de nosotros?
Si Dios puso en todos los que hizo a Su Imagen, a Stent para servir la vida, ¿no sería el poder del mal el que nos colocó a Catéter, volcada sólo en el cuidado de su propia vida?
O ambos criaturas de Dios, ¿fueron pervertidos desde sus mismos orígenes?
¿podremos salvar a Stent de caer en la cultura del egocentrismo, de invertir su misión propia que no es otra que amar con el corazón y al estilo único del Señor?
¿y sin abdicar de su importante misión defensiva, convertir a Catéter en fuente de vida desinteresada para el mundo, de espíritu vivificante aportándolo directamente desde las arterias del corazón?
Es sin duda una conversión enorme que no cambia el sentido original de la creación.
Al contrario, reconstruye lo que Dios creó originalmente – antes del pecado original - en cada uno de nosotros y en el mundo que nos rodea.
¿Podremos lograrlo comenzando por hacer verdad en cada uno de nosotros, para luego poder contagiarlo al mundo?
Dialoguemos sin cansarnos con nuestros Stent y Catéter , reconociéndoles como hermanos inseparables e irrenunciables, regalos del Señor, aunque siempre necesitados de prevención y conversión.
Miguel Esteban sscc
Es sin duda una conversión enorme que no cambia el sentido original de la creación.
Al contrario, reconstruye lo que Dios creó originalmente – antes del pecado original - en cada uno de nosotros y en el mundo que nos rodea.
¿Podremos lograrlo comenzando por hacer verdad en cada uno de nosotros, para luego poder contagiarlo al mundo?
Dialoguemos sin cansarnos con nuestros Stent y Catéter , reconociéndoles como hermanos inseparables e irrenunciables, regalos del Señor, aunque siempre necesitados de prevención y conversión.
Miguel Esteban sscc
1 comentario:
saludos,diana.
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