domingo, 23 de noviembre de 2008

¿Un CUMPLEAÑOS MÁS?

Precisamente este Domingo nuestra Iglesia celebra la FIESTA DE CRISTO REY; nuestra Congregación de los Sagrados Corazones, el día de la Buena Madre, su Co-Fundadora; y yo, un nuevo cumpleaños, el nº 66 de mi vida.
Aún hay muchos católicos que añoran las procesiones siguiendo la imagen de Cristo REY, vestido de trajes reales y de corona de oro, al modo de los reyes de este mundo, aclamándolo por las calles con todo su corazón y su voz: “Viva, Cristo Rey”.
Concientes de que el Reinado de Cristo en nuestra tierra está muy lejos de parecerse al de los reyes de esta tierra, últimamente muchos han olvidado esta advocación, y con ella el sentido profundamente bíblico del Mesías Rey-Pastor que nos llama a incorporarnos en su Reino de amor, justicia, perdón y paz.

Los uniformados antes desfilando y portando Su Imagen engalanada con flores y guirnaldas de luces por las calles de nuestras capitales, han cedido su lugar a un pueblo fiel, que está a sus pies desnudos y coronado de espinas, NO por temor a su poder omnipotente; sino por amor a Su Buen Pastor, que NO ha venido para que sus súbditos arriesguen su vida para salvar la de Él; sino para entregar Él Su propia Vida para que sus ovejas tengan vida… y la tengan en abundancia.

¿Podremos celebrar evangélicamente en nuestros días esta FIESTA DE CRISTO REY?

Pareciera necesario dar al menos dos pasos previos para que nuestra ALABANZA y GLORIA al Señor Jesús, pueda tener el sentido que Él acepta cuando a Pilatos le responde: “Tú, lo has dicho. Yo soy Rey. Para esto vine al mundo, para ser Rey”

El primero es sin duda muy personal pero no individual. Se trata de reconocer a Jesús, apoyado por nuestras comunidades cristianas, como el SEÑOR de mi vida. De dejarme impregnar de su criterios y sentimientos, y de su estilo de amar, comprender y perdonar. De reconocer que mi vida le pertenece a Él, y que si me la ha regalado es para ponerla al servicio de la vida de los hermanos. De vivir la realidad imprevisible del día a día, con disponibilidad total, sin apropiación alguna, colocando toda mi vida en sus manos, para que Él haga en y con nosotros, su proyecto de vida.

El segundo paso hace referencia directa a la afirmación: “GLORIA DEI, VIVENS HOMO” que se proclamaba antiguamente en latín, y al saludo que usamos irreflexivamente, como todo el mundo, también nosotros los cristianos: “CUÍDATE”.
“La Gloria de Dios consiste en la Vida de los hombres” podemos traducir, afirmando que no sacamos nada con gritar públicamente alabanzas a Cristo Rey, si no le brindamos la Gloria que Él se merece: si no cuidamos prioritariamente la vida de los otros hermanos – comenzando por la de los más desheredados, en quienes Él se reconoce, – antes que CUIDAR la propia vida.

Cuando hemos logrado avanzar algunos pasos en nuestra cultura bíblica y nuestra conciencia personal, podríamos concluir que nos falta aún mucho que hacer para que efectivamente Cristo Reine evangélicamente en nuestra vida personal, eclesial, religiosa o social.
Pero tenemos el peligro de pensar que eso depende de una decisión y firmeza de nosotros, o de nuestros pastores, de nuestros hermanos cristianos congregados ecuménicamente, y del concurso de los hombres y mujeres de Buena Voluntad, que podamos enganchar en esta decisión y esfuerzo propio nuestro.

Cuando la salud, y/o simplemente el peso de los años, nos hacen experimentar nuestra fragilidad total y la incapacidad personal para mejorar las situaciones de vida; cuando estamos obligados a reconocer que no basta sólo un esfuerzo personal o mejorar un sistema para recuperar la salud o la fuerza perdida por los años, pareciera que sólo entonces estaríamos en condición de reconocer verdaderamente a Cristo como el Señor de nuestra vida, sin el apoyo del cual simplemente no podemos ni abrirnos a Él, ni menos asegurar nuestra salud, el bienestar de nuestro pueblo o la restauración de Su REINO.

Gracias doy al Señor, porque después de muchos años reconociendo mi responsabilidad de pecador, siempre pensando que el superarla era problema de tomar mis decisiones con claridad y perseverancia, … hoy al cumplir estos 66 años, enfermo terminal de cáncer, no puedo sino reconocer con claridad que mi vida no depende finalmente de mis decisiones personales ni estrategias inteligentes, ni de la sabiduría de los médicos, ni de mis contactos, ni del dinero acumulado o regalado; sino sólo de la Voluntad de Quien es el dueño de mi vida.

Hoy quiero aceptar en esta triple fiesta de nuestra Iglesia, Congregación de los SSCC, y personal, el desafío de poner toda mi vida en las manos del Señor, sin negar – como lo proclama nuestra sabiduría popular en el “a Dios rogando y con el mazo dando”, que Él cuenta con mi colaboración y perseverancia para poder ‘realizar obras grandes en mi y por mi’, como María lo proclama con tanta sencillez y verdad.

Gracias por Su caminar siempre fiel a mi lado, durante estos 66 años, en tantas circunstancias y personas, en que Su cariño me ha renovado cada día. Gracias por haberme dado ojos y oídos para reconocerle, especialmente ahora.

Gracias sobre todo hoy, porque mi enfermedad me permite ahora reconocer a Jesús como mi verdadero REY, a quien el Único, le pertenece mi vida, mi vocación y mi misión, … y la vida, vocación y misión de ustedes mi familia grande, a quienes Él ha querido poner en mi camino.

FIESTA de CRISTO REY que al celebrarla nos invita hoy a reconocerlo verdaderamente como el único SEÑOR de nuestra vida, y el Único que puede restaurar el Reino de su Padre Dios en medio de nosotros
E igualmente, nos urge hoy a poner en sus manos toda nuestra vida, con sus virtudes y defectos, y con total disponibilidad para estar y servir ‘donde Él nos necesite’, ‘como Él nos necesite’ y ‘hasta cuando Él nos necesite’, en el servicio del Reinado de Dios entre nuestros hermanos.
ASÍ SEA. AMEN.
GLORIA A TI MI SEÑOR y AMIGO, mi Cristo Reinando desde la Cruz.

Miguel Esteban ss.cc.
Parroquia San Pedro y San Pablo, 23-Nov-08

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