viernes, 21 de noviembre de 2008

La 'voz de la trompeta' desde el SUR ANDINO

Desde el sur andino CHUQUIÑAPI

"Los judíos decían: 'nosotros solos no podemos construir la muralla'. Y nos repetían que los enemigos nos iban a atacar.
Entonces aposté entre matorrales, gente armada... Y desde aquel día, la mitad de mis hombres, los que construían la muralla, con una mano trabajaban, y con la otra empuñaban el arma. Y el corneta iba a mi lado, pues había dicho al pueblo: 'el trabajo es tan extenso y tan grande, que debemos desperdigamos a lo largo de la muralla, lejos unos de los otros.
En oyendo la corneta, congréguense con nosotros. Nuestro Dios combatirá por nosotros'. Y dormíamos vestidos con las armas al alcance de la mano ... " (Neh. 4, 10-23).



"El lugar tendrá que ser demasiado hermoso, para que lo hayan escogido... ", se escuchó una voz cansada dentro del furgón-comby que dificultosamente trepaba y descendía por caminos imprevisibles penetrando minuto a minuto en una noche más oscura.

Nuestros tres hermanos y dos de nuestras hermanas SS.CC de Ayaviri, Marcial y Juan Luis venidos desde Lima, más una hermana laica SS.CC. en servicio pastoral en nuestra Prelatura, se habían ya in¬corporado a nuestra aventura, emprendida el día anterior de amanecida desde ese 'extremo perdido de la muralla' allá adentro en Putina Punco junto a nuestras tres her¬manas SS.CC., Gabriel y yo.

Luego de un alto para reparar nuestras fuerzas en el Santuario de la Virgen de Copacabana, cruzando la frontera Perú-Boliviana, con¬tinuamos nuestro viaje al encuen¬tro del grupo de hermanas prove¬nientes de La Paz y Potosí. Hasta allí también, congregados por la 'voz de la trompeta', nos esperaban José Vicente y Ana Cecilia, venidos especialmente desde Chile.


Una luz de otro carro enviado a nuestro encuentro, fue la antífona inicial de una inolvidable eucaristía, compartiendo nuestras ya largas experiencias del Señor, que nos ha invitado a caminar con El, reconociéndolo paso a paso por pampas y quebradas, en las alturas del altiplano sur-andino y en las profundidades de la selva amazónica.

La alegría del encuentro fraterno en los SS.CC., la cena y el sueño reparadores, quedaron desleídos pronto al amanecer: el LAGO majestuoso, presencia ancestral del Dios de la Vida, superó cualquier expectativa comentada durante el viaje de la víspera. Su presencia nos envolvió y penetró profundamente en cada uno de nosotros, silenciando tantas pala¬bras y 'recordando', despertando en cada uno y en el grupo, el único lenguaje capaz de expresar nuestra comunicación entre hermanos y nuestra oración comunitaria, y casi sin percibirlo nos introdujo en el corazón de nuestras culturas quechua y aymara.

El incienso impregnando de oración el ambiente, la coca pitchada o transformada en oración de anhelos, compromisos o alabanza, elevándose desde el fuego hacia lo alto, las flores tomadas con el permiso de la pacha-mama y ofrecidas junto al Lago junto al desper¬tar del día en acción de gracias por la vida recibida y compartida ... y la hermandad en nuestra comunidad de vida y misión en los SS.CC, fueron los signos que reanimaron nuestro compromiso religioso misionero.

Desde los dioses del lago el Señor nos convoca y nos reenvía en misión SS. CC en el sur-andino.

La conversación sobre temas como los ritos y espiritualidad andina; cómo piensan, sueñan y aman los aymaras; la participación de la mujer y el varón en nuestra comunidad de inserción y misión; el "surgimiento y formación inicial de nuestras vocaciones 'sur-andinas' SS.CC." ... reforzaron el llamado del Señor a nosotros - y a quienes nos han enviado y nos acompañan desde nuestras provincias madres - para abrirnos totalmente en espíritu de radical pobreza y humildad, al Dios que nuestros mayores aquí vislumbraron en la naturaleza toda, viniendo desde el Lago hacia nosotros.


Y partimos de regreso compartiendo el GRAN DESAFIO:

desde esa experiencia, enriquecida mutuamente con este pueblo nuestro, poder entrar más profundamente en el Corazón de Dios; así como poder agradecer el envío recibido, compartiendo algo de esta Vida con quienes nos han enviado a esta misión.
El Espíritu del Señor lo haga posible, mientras algunos trabajamos dispersos a lo largo de esta Gran Muralla, y otros nos acompañan en la Adoración de cada día.

Z

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lo felicito por usar los blogs para compartir la fe. Un abrazo.