domingo, 2 de agosto de 2009

Desde la ventana

Desde la ventana de mi pieza en este retiro provincial en Padre Hurtado, (¿el último antes de mi partida?) me he detenido a observar el hermoso parque soleado que nos rodea, con sus prados verdes, palmeras y araucarias, y sus pájaros criando a sus pequeños y cantando entre sus ramas.

Aún puedo descender a pasearme por sus prados y hacerme eco de los cantos de sus aves entre las ramas de sus árboles, y dar gracias a Dios por poder tener aún los sentidos abiertos para percibir tanta belleza y un corazón grande para saborear la hermosura de la vida, a pesar del smog y la basura que nos amenazan cada día desde la gran ciudad.

Aún puedo descender y caminar por en medio de tanta belleza.

Pronto llegará, sólo Tú lo sabes, el momento en que podré sólo contemplarlo desde mi ventana,
Y, cuando sólo podré guardar su recuerdo en el fondo de mis ojos y mi corazón.

Será aquel el momento, en que aún NO podré levantarme para ir al encuentro de la Vida Plena paseándome libremente en medio del Parque que me espera más allá, sin duda más hermoso que este su sacramento en el parque frente a mi ventana.

¿Estaré preparado para cruzar ese inevitable momento de desierto, donde la vida pareciera haber muerto y su hermosura destruida?
¿Podré, al irse cerrando mis ojos y dejando de latir mi corazón, mantener viva la certeza en que la vida de este parque no ha muerto, sino sólo está enterrada, escondida en mi tierra desierta, abriéndose a un nuevo despertar tan maravilloso como imprevisible?
¿Podré repetir para mí ahora lo que dijera a Rodrigo en el hospital de la UC en el momento de su partida: ‘ya nos encontraremos nuevamente en un lugar más hermoso’?

Señor, dame la gracia hoy y aquí, en este parque maravilloso que Tú nos has regalado como campamento en tránsito, de tener ojos abiertos y corazón grande para percibir, gustar y agradecer las maravillas de Tu Vida en medio nuestro, en mí y por mí, aunque a pesar de mí.

Que en el momento de partir, cuando todo oscurezca alrededor y dentro de mí, sin olvidar este Sacramento de Tu Reino - en el cual me has regalado vivir - , pueda adelantarme en la Fe y la Esperanza seguras, a pregustar ya de ese parque maravilloso y ciudad definitiva en los cuales en Tu Amor nos has invitado a vivir eternamente contigo Amigo Fiel, junto a Tu Padre, y unidos en el mismo Espíritu.


Que pueda con quienes me acompañen en ese momento,
decir Amén
y cantar Aleluya.


GRACIAS desde ya SEÑOR, por Tu paciencia en este tiempo de gracia.
GRACIAS por poder confiar mi próxima pascua a Tu misericordia conmigo.
GRACIAS porque sé que fortalecerás en su Fe también a quienes me quieren.
GRACIAS por Esteban y quienes ya me acompañan desde el Parque definitivo.
GRACIAS por Tu Muerte y Tu Resurrección que iluminan mi vida y mi muerte.


AMÉN.


MIGUEL ESTEBAN sscc.
Padre Hurtado, 16-07-09.

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