Son las 11,00 hrs. del día 10 de Mayo de 1999, en la Población Villa Esperanza, construida sobre rellenos entre los pajonales marginales al final de la calle Colo-Colo, de la ciudad de Concepción.
Luego de una espera de 15 minutos frente a la Capilla Teresita de Los Andes, llega la encargada con las llaves de sus candados. Coordinadamente estaciona el furgón mortuorio de una empresa de pompas fúnebres que tiene convenio con la Municipalidad para el entierro de indigentes.
Rodeados por los vecinos, sus hermanos y amigos introducen a RODRIGO en la sede de la que fuera su comunidad bautismal.
Colindante con la Capilla Católica está ubicado el ‘templo de la Iglesia Pentecostal’. Sus miembros también hoy acompañan a Rodrigo en su última despedida, unidos todos en la huella del común Hermano Mayor.
Es el día de la Fiesta Litúrgica de Damián sscc, el apóstol misionero entre los LEPROSOS de la isla de Molokai.
Llevado por Él, semanas antes había llegado hasta el tercer piso del Hospital Regional, para conocer y acompañar a este nuevo ‘leproso’ de nuestros tiempos, en su lecho de dolor y desesperanza.
Hoy, es Damián sscc, quien lo acompaña en su regreso a la Casa del Padre, y nos invita a todos los presentes, desde la página del Evangelio de su fiesta, a seguir como Él, al Buen Pastor que vino para dar su vida entera por sus ovejas.
Desde Rodrigo, el mismo Damián nos recuerda las palabras de Jesús: “Tengo otras ovejas que no son de este aprisco ... habrá un solo rebaño y un solo Pastor ”, y hace brotar imperdonablemente el compromiso ante su cuerpo colocado delante del altar: unirnos todos, desde los distintos apriscos, siguiendo a Jesús Único Pastor, para servir la VIDA de la Población en todas sus necesidades, y de modo muy especial la VIDA de los jóvenes más pobres y marginados entre ellos mismos.
Rodrigo, que desde la soledad del hospital le exigiste a Jesús te ayudara a llevar tu cruz, para que así unida a la Cruz del mismo Jesús, sirviera como tu aporte a la Reparación del pecado del mundo, entra ahora – misión cumplida - en el gozo de tu Amigo, Hermano y Señor.
Tu dolor no ha sido inútil.
Tu muerte no ha quedado estéril.
Tu Pascua, unida a la de Jesús y a la de Damián, nos ha servido para dar
un paso más en nuestra Pascua de peregrinos
hacia el sueño del Padre:
“un único rebaño, bajo un mismo y único Pastor”.
Unidos ayer con Daniel pudimos decir:
‘gracias mi SIDA, fuiste mi Cruz y mi resurrección’.
Hoy unidos con Rodrigo podemos decir:
“gracias mi SIDA, crucificándome con Jesús,
has sido para mi pueblo un
Amanecer de Resurrección”
Concepción, lunes 10 de mayo de 1999.
MEM/mem
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