Siempre un PUENTE , además de su utilidad práctica, ha sido todo un signo de UNIDAD y COMUNICACIÓN entre dos riveras separadas por corrientes que dividen e impiden soñar y construir juntos.
Hasta algún tiempo atrás, la inauguración de un puente, como en general de cualquier obra de bien común, incluía los discuros de rigor, la bendición con agua bendita de un sacerdote católico y luego el tradicional corte de cinta.
Desde hace poco, al menos en La Unión, la bendición ha sido compartida ecuménicamente entre pastores evangélicos, luterano y católico.
Esta vez, el NUEVO PUENTE COMERCIO contó con la presencia de las autoridades máximas invitadas, los discursos, y el llamado del guia de la ceremonia a las autoridades presentes a acercarse para cortar la cinta.
No estaban invitados el párroco católico, ni los pastores. Tampoco se incluyó la tradicional bendición.
Una voz en el desierto se hizo oir: ¿Y la BENDICIÓN? Otras voces se sumaron y agregaron: ¿Dónde está el pastor? Otra desde el medio de la gente: "Aquí está el Párroco".
La autoridades, en su mayoría católicas, se volvieron sorprendidas, tratando de unir la cinta ya cortada. Y el pueblo abrió un camino desde donde yo me encontraba hasta la cinta inaugural.
La "Voz del Pueblo, todavía Voz de Dios", en una sociedad y una cultura agnóstica, o tal vez con recuerdos cristianos - pero dejando a Dios encerrado en las iglesias -, hizo presente al ahora GRAN AUSENTE de nuestra vida y de nuestra historia.
Al DIOS que ya no tiene espacio en nuestra vida social, al DIOS que habiendo enviado a Su Hijo como PUENTE (pontífice) para unirnos con EL y entre nosotros, ya no se le considera necesario, y es también un objeto prescindible en una sociedad sin Dios.
Llamado por mi pueblo evangélico, luterano y católico; avanzando por la ruta abierta ( como por el mar rojo ) pude, en nombre de todos los pastores ausentes, invitar a orar en acción de gracias al Dios de la Vida, que bendice todo PUENTE que contribuye a unir mundos, razas y culturas, a re-construir Su Reino de justicia, paz y fraternidad... y luego implorar la BENDICIÓN del Dios de la Vida, que camina fiel con su pueblo.
Queda resonando una pregunta: ¿podrá esta cultura continuar estando animada por el Evangelio, la Buena Noticia de un Dios que ama a su pueblo y no se desliga de él por nada del mundo? Y ¿podrá ser esto posible, si los que nos llamamos cristianos no estamos animados personalmente por el Evangelio en la vida de cada día, y no continuamos dejando a Dios encerrado en las iglesias o en nuestras casas?
Las organizaciones sociales nos esperan y nuestro pueblo necesita de cristianos que viviendo su fe de corazón, iluminados por el Evangelio, asuman las responsabilidades como autoridades, no para servirse de su cargo, sino para servir desde su cargo a todo su pueblo, preferencialmente a los más pobres y marginados.
Cruzando el nuevo puente en mi moto....
lunes, 26 de enero de 2009
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